Entre las variadas cosas por las que estamos viviendo el declive de nuestra iglesia católica cada vez mas acentuado en estos últimos años he reflexionado sobre el sacramento de la penitencia y se me ocurren las siguientes ideas.
Creo que este sacramento del perdón debe existir. Es necesario. El mismo Jesús lo expresó: "A quién perdonéis........"
Ya al principio de la misa se pide perdón por los pecados de cada uno. Me parece correcto y está muy bien. Si se le diera la importancia que debería tener estoy seguro que se facilitaría la comunión y se valoraría más la labor evangélica. Por supuesto se mantendría la confesión personal con libertad.
Pero su valor actual es practicamente nulo. De nada sirve el arrepentimiento y perdón de la misa si no le sigue una confesión privada al sacerdote.
A eso voy. ¿Por qué no puede valer si hay sincero arrepentimiento y propósito de enmendarse?.
Se podría mantener la confesión personal para quién lo desee o necesite consejo y que sea igualmente válido el arrepentimiento de la misa.
Porque opino que en la confesión personal y privada hay varios problemas.
1. Rechazo a contar cosas íntimas a una persona desconocida.
2. Incomodidad del sacerdote al oir determinado tipo de confesiones y en especial las referidas al sexo. Pensemos en sacerdotes jóvenes.
3. Aunque exista el secreto de confesión el sacerdote podría "estar marcado" mucho tiempo ante el conocimiento de algunas confesiones: crímenes, violaciones, estafas, corrupción.......
Pensamos que ya es tiempo que la iglesia revise variados aspectos de su liturgia para hacer las cosas más cercanas a todos, mas fáciles y mas útiles.
Por ello, repito, creo sería bueno para todos que la confesión general al principio de las misas fuera válida, sin la obligación de volver a confesarse particularmente y dejando a la libertad de cada uno el uso de una confesión más personal o la aclaraciòn u opinión sobre alguna otra cuestión.