Mi evangelio según San Juan
De su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia.
La gracia y la verdad vino por Jesucristo.
Lo que nace del espíritu, es espíritu.
Para que todo el que creyere en El tenga la vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo que le dio su unigénico.
Para que el mundo sea salvo por El.
Dios es espíritu, y los que le adoran han de adorarle en espíritu y en verdad.
Recoged los pedazos que han sobrado para que no se pierdan.
Procuraos no el alimento perecedero, sino el alimento que permanece hasta la vida eterna.
La obra de Dios es que creais en aquel que El ha enviado.
Todo el que ve al Hijo y cree en El tenga la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último dia.
Tú tienes palabras de vida eterna.
El mundo a mí me aborrece porque doy testimonio contra él de que sus obras son malas.
El que de sí mismo habla busca su propia gloria.
No juzguéis según las apariencias; juzgad según justicia.
Yo le conozco porque procedo de Él y Él me ha enviado.
Jamás hombre alguno habló como este.
Ni yo te condeno tampoco; vete y no peques más.
Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendré luz de vida.
Yo no soy de este mundo.
El que me envió está conmigo.
Yo he salido y vengo de Dios.
Yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, soy yo quien la doy de mi mismo.
Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre.
Lázaro, sal fuera.
Porque pobres siempre los tenéis con vosotros pero a mí no me tenéis siempre.
Aunque había hecho tan grandes milagros en medio de ellos, no creían en Él.
Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
Yo he venido como la luz al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas.
El Padre mismo que me ha enviado es el que me mandó lo que he de decir y hablar.
El que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
En la casa de mi Padre hay muchas moradas.
De nuevo volveré y os tomaré conmigo para que donde yo estoy estéis también vosotros.
Nadie viene al Padre sino por mí.
Creedme, que ya estoy en el Padre y el Padre en mí.
El que cree en mí, ese hará también las obras que yo hago.
Si me amáis guardaréis mis mandamientos.
La paz os dejo; mi paz os doy.
Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor.
Vosotros sois mis amigos.
Esto os mando: que os améis unos a otros.
Si el mundo os aborrece, sabed que me aborreció a mí antes que a vosotros.
Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre.
Esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los envié a ellos al mundo.
El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero.
Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
Como me envió mi Padre así os envío yo.
Muchas otras señales hizo Jesús en presencia de los discípulos que no están escritas en este libro, y estas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
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