MI AMIGO EL MOSQUITO
Sentado en mi sillón en la habitación que hace de despacho, sala de relax y TV, apareció un pequeñísimo e insignificante insecto volador. Sin ruido y solo con vuelos esporádicos aparecía en mi cuarto distrayéndome al ver sus recorridos aéreos.
Harto y cansado decidí atraparlo. Cuando se acercaba a mí, ¡plaf!, palmada. Mirada a las manos, y !no!, aquí no está.
Así una y otra vez. En un tiempo parecía que no volvería a sus incursiones aéreas. Pensé: "Lo habré derribado". Pero no. Siempre volvía a aparecer.
Herido mi amor propio, (un bichito de menos de un gramo contra un hombre de 80 kilos, ¿cómo es posible?, decidí acabar con él.
Compré un spray y esperé pacientemente. Durante 7 dias lo rocié una y otra vez. Pero no, el bichejo seguía allí.
Solo me quedaba una solución. Había intentado acabar con él. Imposible. Cambiar mis cosas a otro sitio y dejarle a sus anchas. Tampoco me parecía bien. Lo único que se me ocurrió fue adaptarme a la situación. Es decir, convivir con el mosquito. El a su aire y yo al mío.
Y así estamos. Hasta que se muera. Espero que la vida de un mosquito no sea muy larga.
Badajoz, abril de 2.018.
F.S.M.
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